#MiDemonioÁngel
#capitulodoce (parte tres)


―¿Cómo llegaste a pasar a los guardias? 

―Actué... Vivo. 

Ella me mira fijamente.  

―¿Te dejaron entrar? ¿Ted te dejo entrar? 

―Distra...ído. 

Se pone una mano en la frente.  

―Wow.  Eso  es...  ―Hace una pausa y una sonrisa de incredulidad se abre paso―. Te ves... mejor. ¿Te peinaste, L? 

―¡Está en la resistencia! ―Nora se ríe―. ¡Está en la residencia en Vida! ―No puedo creer que haya funcionado. Estoy bastante segura de que nunca ha sucedido antes. 

―¿Crees que podría pasar? ―se maravilla Nora―. ¿En las calles como gente real? 

__ me estudia dudosamente, al igual que un fotógrafo que se ve obligado a considerar a una modelo gordita.  

―Bueno ―admite―, me imagino... que es posible. Me retuerzo bajo su escrutinio. Finalmente __ toma una respiración profunda y se levanta.  

―De todos modos, tendrás que permanecer aquí al menos por esta noche, hasta que podamos descubrir qué hacer contigo. Voy a ir a calentar un poco de arroz. ¿Quieres un poco Nora? 

―No, comí Carbtein hace nueve horas. ―Me mira con cautela―. ¿Estás eh... hambriento, L? 

Sacudo la cabeza.  

―Yo estoy... bien. 

―Porque no sé qué se supone que vamos a hacer con respecto a las restricciones en tu dieta. Quiero decir, sé que no puedes evitarlo, __ me explicó todo acerca de ti, pero nosotras no… 

―Realmente ―la detengo―. Estoy... bien.

 Ella luce insegura. Puedo imaginar las escenas rodando detrás de sus ojos. Una habitación oscura llena de sangre, sus amigos muriendo en el suelo. Yo, arrastrándome hacia __ con las manos extendidas de color rojo. __ puede haberla convencido de que soy un caso especial, pero no me debo sorprender por conseguir unas pocas nerviosas miradas. Nora me mira en silencio durante unos minutos. Entonces para y comienza a hacer un pitillo. 

Cuando __ regresa con la comida, tomo prestada su cuchara y tomo un pequeño bocado de arroz, sonriendo mientras mastico. Como de costumbre cae como espuma de poliestireno, pero me las arreglo para tragar. __ y Nora se miran, luego a mí. 

―¿Cómo sabe? ―pregunta __, tentativamente. 

Hago una mueca. 

―Está  bien,  pero  aun  así,  no has comido a ninguna persona en mucho tiempo. Y sigues caminando. ¿Crees que podrías dejar de depender de... alimentos vivos? Le doy una sonrisa irónica.  

―Supongo... que es posible. 

__ sonríe, a la mitad de mi inesperado uso del sarcasmo, la mitad de la esperanza implícita detrás de él. Se le ilumina el rostro de una manera que nunca he visto antes, así que espero tener razón. Espero que sea cierto. Espero que no sólo haya aprendido a mentir. 

Alrededor de la 1 de la mañana, las chicas empiezan a bostezar. Hay lonas en el estudio, pero nadie se siente con ganas de salir de la habitación de __. Este cubo pintarrajeado es como un búnker de calor en el vacío helado de la Antártida. Nora toma la cama. __ y yo el suelo. Nora garabatea notas de tareas  por alrededor de una hora, luego hace clic al apagar la lámpara y empieza a roncar como una pequeña sierra delicada. __ y yo nos tumbamos de espalda bajo una manta gruesa, con montones de  ropa de colchón en el piso duro como una roca. Es una sensación  extraña, el estar tan completamente rodeado por ella. Su aroma de vida está en todo. __ está en mí y bajo de mí y junto a mí. Es como si toda la sala estuviera echa de ella. 

―L ―susurra, mirando hacia el techo. Hay palabras y garabatos untados allí con pintura que brillan en la oscuridad. 

―Sí. 

―Odio este lugar. 

―Lo sé. 

―Llévame a otro sitio. 

Hago una pausa, mirando al techo. Me gustaría poder leer lo que ha escrito allí. En su lugar, finjo que las letras son estrellas. Las palabras, constelaciones. 

―¿Dónde... quieres ir? 

―No sé. A algún lugar lejano. A algún continente lejano, donde nada de esto esté sucediendo. Donde la gente solamente vive en paz. 

Me quedo en silencio. 

―Uno de los viejos amigos de Perry solía ser piloto...  ¡quizá  podríamos tomar su avioneta! Sería como una caravana de vuelo, ¡podríamos ir a cualquier parte!―Ella rueda de lado y me sonríe―. ¿Qué piensas, L? Podríamos ir al otro lado del mundo. 

La emoción en su voz me hace contraerme de dolor. Espero que no pueda ver la luz sombría en mis ojos. No sé a ciencia cierta, pero hay algo en el aire últimamente, un silencio sepulcral mientras camino por la ciudad y sus alrededores, que me dice que los días de huir de los problemas se han acabado. No habrá más vacaciones, no más viajes por carretera, no más escapadas tropicales. La plaga ha cubierto el mundo. 

―Dijiste...  ―empiezo, psicoanalizándome para expresar un pensamiento complejo―. Dijiste... el... 

―”Vamos ―anima―. Usa tus palabras. 

―Dijiste… el avión no es... su propio mundo. 

Su sonrisa se tambalea.  

―¿Qué? 

―No se puede... flotar por encima... del desorden. 

Ella frunce el ceño.  

―¿Yo dije eso? 

―Tu padre...caja de concreto... las paredes y las armas... Huyendo... no es mejor... que ocultarse. Tal vez peor. 

Ella piensa por un momento.  

―Lo  sé  ―dice, y me siento culpable por aplastar su breve vuelo de fantasía―.  Lo  sé, es lo que he estado diciéndome por años, que aún hay esperanza, que podemos cambiar las cosas de alguna manera, bla, jodido, bla. Es sólo que... conseguirlo es mucho más difícil que creerlo últimamente. 

―Lo  sé  ―digo, tratando de ocultar las grietas en mi sinceridad―.  Pero  no puedes... darte por vencida. 

Su voz se oscurece. Cita mi fanfarronada.  

―¿Por qué estás tan esperanzado de repente? ¿Qué estás pensando realmente? No digo nada, pero ella lee mi rostro como un titular de primera página, del tipo que anunció la bomba atómica y el Titanic y todas las guerras mundiales cada vez más pequeñas.

 ―No hay lugar que quede, eso ―dice ella. 

Casi imperceptiblemente, sacudo la cabeza. 

―El  mundo entero  ―dice ella―.  ¿Crees que está todo muerto? ¿Todo invadido? 

―Sí.

―¿Cómo podrías saber eso? 

―No lo sé. Pero... lo siento. 

Ella deja escapar un largo suspiro, mirando los aviones de juguete colgando por encima de nosotros.  

―Entonces, ¿qué se supone que debemos hacer? 

―Tienen que... arreglarlo. 

―¿Arreglar qué? 

―No lo sé. To... do. 

Se levanta en un codo.  

―¿De que estás hablando? 

―Su voz ya no es baja. Nora se mueve y deja de roncar―. ¿Arreglar todo? ―dice, sus ojos chispeando en la oscuridad―. ¿Cómo exactamente se supone que debemos hacer eso? Si tienes alguna gran revelación por favor, compártela, porque no es como si yo no pensara en ello literalmente todo  el tiempo, no es como si esto no estuviera ardiendo en mi cerebro cada mañana y noche desde que mi madre se fue. ¿Cómo arreglamos todo? Está tan roto. Todo se está muriendo, una y otra vez, de manera más profunda y oscura. ¿Qué se supone que debemos hacer? ¿Sabes qué lo está causando? ¿Esta plaga? 

Dudo.  

―No 

―Entonces, ¿cómo puedes hacer algo al respecto? Quiero saber, L. ¿Cómo se supone que vamos a ‘arreglarlo’? 

Estoy mirando hacia el techo. Estoy mirando las constelaciones, brillando verde en el espacio lejano. Mientras me encuentro allí, dejando que mi mente se eleve en esos cielos imaginarios,  dos de las estrellas comienzan a cambiar. Giran, se enfocan, y sus formas se aclaran. Se convierten en... letras. 

I

N 

―In… ―susurro. 

―¿Qué? 

―Inten… ―repito, tratando de pronunciarlo. Es un sonido. Es una sílaba. La constelación borrosa se está convirtiendo en una palabra―. ¿Qué es... eso? ―le pregunto, señalando el techo. 

―¿Qué? ¿Las citas? 

Me pongo de pie e indico el área general de la frase.  

―Ésta. 

―Es una línea de ‘Imagine’. La canción de John Lennon. 

―¿Qué... línea? 

―Es fácil si lo intentas. 

Me quedo ahí por un minuto, mirando como un intrépido explorador del cosmos. Luego me acuesto y doblo los brazos detrás de la cabeza, con los ojos bien abiertos. No tengo las respuestas que está pidiendo, pero puedo sentir su existencia. Puntos débiles de luz en la oscuridad lejana.


ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO. QUIERO VER #RTS Y #FAVS .
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#lu