ANOCHE*

Anoche caminé por un callejón incierto.

Una luz me cegó y me hizo errar el rumbo.

Del otro lado no estabas, aunque yo pensé que sí.

Del otro lado estaba yo, avergonzado y herido sin saber qué decir, desafiando a mi cordura, mordiendo el borde de lo que siempre odié.

Hay que intentar cambiar crisis por oportunidad, dice un trillado proverbio que se lee en mil libros de autoayuda, entonces, pensando en eso, en un movimiento forzado por las circunstancias,de entre la maleza del dolor, vi crecer un brote dorado y me alivió pensar que era posible volver a creer, que siempre es posible rehacerse, como una ciudad devastada que se reconstruye y late otra vez.

Ese instante sagrado me hizo salir de la oscuridad y el silencio benigno y sin espinas me empezó a lamer las heridas, de a poco, muy despacio.

Hoy me ilusiona la idea de que el amor vuelva a acostarse a mi lado, como alguna vez, y yo pueda, por fin, dormir en paz.