Tristemente Bonito*

Muchas veces no dejamos de pensar que la vida es triste pero a la vez es hermosa. No podemos ver la oscuridad sin que algo nos empuje hacia la luz y viceversa. Quizás existir sea simplemente aprender a convivir con los opuestos. Todos los días nos encontramos con paradojas paseando por la ciudad que nos conmueven pero endurecen y nos llenan haciéndonos sentir también un poco más vacíos.

Un niño cantando en el subterráneo con una hermosa voz y ojos brillantes que está pidiendo limosna pero debería estar en la escuela o jugando con sus amigos. ¡Qué tristeza dulce se siente al escucharlo! Les damos monedas aunque lo que en verdad quisiéramos es poderle dar esperanzas.

Dos enamorados que se encuentran separados por las circunstancias o los kilómetros. Deseando acurrucarse en las noches frías y darse un beso de buenas días. ¡Qué hermosamente triste es ver que se desean más allá de todo y que esperan pacientes para estar juntos! Que no olviden que lo que sienten es igual de verdadero porque a veces, aunque parezca irónico, no hay nadie más presente que quien está ausente pero es amado.

Eso nos recuerda también a los amigos virtuales, ¡qué difícil es no poder darse nunca un abrazo o compartir fotos juntos o recuerdos! Pero no debemos olvidar que también son afortunados, ellos aprendieron que las palabras acompañan y curan.

O como la carta de despedida en la que se escribe todo lo que fue, se sintió, se sufrió, se extraña, se necesita, se pide perdón y que duele. ¡Qué amargamente dulce es recordar los buenos momentos en el final! Qué difícil es decir adiós cuando se quiere un nuevo inicio.

Los niños, con su pureza de corazón e inocencia de mente, hacen cosas que no cualquier adulto haría. Como por ejemplo, con hambre en medio de la pobreza, compartir gran parte de su alimento con otro niño en su misma condición. ¡Qué desgarradoramente bonito es que quienes tienen poco puedan dar tanto! Dan ganas de darles las gracias por recordarnos que estamos bendecidos y que tenemos mucho para devolver a las personas que nos necesitan.

Aquel que sabe que su vida acabará pronto pero no deja de reír nos hace insultar a la suerte… ¡Que clase de injusticia se los lleva tan pronto cuando tienen tanto para dar! Pero a la vez nos pone alegres porque nos enseñan que aunque su camino sea una pesadilla jamás hay que dejar de soñar.

Y así transitamos nuestro camino, como luchadores cansados, como suicidas enamorados de un nuevo día, como eternas soledades que se unen para darse compañía, las sonrisas se juntan con las ganas de llorar.

Hasta en lo triste está la belleza, por eso a esta vida hermosa e insoportable la odiamos sin dejar de amarla.

escrito: a.c and d.m
ph: glass tears, 1932, man ray.